El país de los toros y las panderetas

Que pena que en este país se valore más a unos carniceros que a la música. Mientras a los músicos se nos obliga a tocar con público reducido (cosa lógica y entendible), para asistir a la muerte de un toro no hay por qué tener esas mismas medidas. Y así, todos juntos y en fraternal reunión festejar la agonía de un pobre animal. Luego vendrán los aplausos en los balcones cuando volvamos a estar inmersos en otra pandemia.

     

Compartir